Leon Merrick habla de la importancia y los peligros de trabajar en el ghetto de Lodz. Cuando trabajaba en la oficina de correo del ghetto, su tarea de entregar correspondencia se hizo aún más difícil con el transcurso del tiempo porque las deportaciones nazis a los campos de exterminio iban en aumento. A menudo, Leon debía entregar notificaciones de deportación.
La transcripción completa
NARRADOR: Más de sesenta años después del Holocausto, el odio, el antisemitismo y el genocidio todavía amenazan a nuestro mundo. Las historias de vida de los sobrevivientes del Holocausto trascienden las décadas, y nos recuerdan que permanentemente es necesario ser ciudadanos alertas y poner freno a la injusticia, al prejuicio y al odio, en todo momento y en todo lugar.
Esta serie de podcasts presenta fragmentos de entrevistas a sobrevivientes del Holocausto realizadas en el programa público del Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos llamado En primera persona: conversaciones con sobrevivientes del Holocausto.
En el programa de hoy, Leon Merrick habla con el presentador, Bill Benson, de la importancia y las dificultades de trabajar en el ghetto de Lodz. Leon trabajó en la oficina de correo hasta su deportación en 1944.
LEON MERRICK: Todos debíamos trabajar. Porque si uno trabajaba, en cualquier lugar, recibía un tazón extra de sopa. Mi padre trabajaba en el hospital principal. Había cinco hospitales en el ghetto. Antes de la guerra, habían sido clínicas, pero cuando vinieron los judíos y crearon el ghetto, las convirtieron en hospitales. Mi padre trabajaba en el hospital y mi madre consiguió trabajo en el orfanato. Y por supuesto, un par de años después, yo también quise conseguir trabajo. Había visto a unos jóvenes que iban de aquí para allá con bolsos entregando cartas, entonces le dije a mi padre: “Quizás puedo... quizás puedo hacer eso”.
Pero eso fue después; el primer año y medio, yo no tenía trabajo. Mi madre trabajaba, y del lugar de trabajo traía un tazón extra de sopa para compartir con nosotros el resto de la ración. Mi padre también trabajaba y también traía comida.
BILL BENSON: Pero como usted no trabajaba, no había una ración extra para usted.
LEON MERRICK: Exacto. Yo tenía una ración normal.
BILL BENSON: Una ración normal.
LEON MERRICK: Una ración normal. Pero mi padre trabajaba. Entonces… cuando volvía a casa no se comía toda la ración, quizás solo la mitad. Y mi madre hacía lo mismo. Entonces, eso quedaba para mi hermano y para mí. Pero al año siguiente, cuando tenía quince o quince años y medio, yo también quería hacer algo. Cuando estaba en el ghetto, antes de tener trabajo, siempre tenía miedo de que llegaran los alemanes, porque detenían gente, los subían en un camión y se los llevaban fuera del ghetto a trabajar.
Yo siempre tenía en cuenta esto y cuando caminaba en el ghetto, caminaba entre los edificios. Tenía un plan en caso de que viera los camiones y salieran los alemanes a detener gente. Entraría a una casa y a un callejón, me subiría al techo y me escaparía. Tenía un plan. Pero después, conseguí trabajo. Conseguí trabajo en la oficina de correo. Entregaba correspondencia.
BILL BENSON: Leon, me asombró cuando usted me contó por primera vez que la correspondencia se seguía entregando. ¿Nos cuenta cómo era?
LEON MERRICK: Sí, por supuesto. En 1939, Polonia fue dividida. Los alemanes invadieron Polonia y los soviéticos vinieron desde el este. Entonces, Polonia quedó dividida más o menos en dos, detrás del río Bug. Muchos judíos se fueron al lado soviético… adentro era muy difícil. Con respecto a la entrega de correspondencia, no se olvide que cuando se creó el ghetto, la gente tenía parientes en Europa. Tenía parientes en los países del Benelux, es decir, Bélgica, Holanda, Luxemburgo y Liechtenstein, y todos esos lugares.
Y además, cuando se creó el ghetto, después, en 1940, trajeron a muchos judíos de Checoslovaquia. Había muchos matrimonios mixtos y algunos de los cónyuges no judíos decidieron venir al ghetto con su pareja y algunos decidieron no venir. Pero estas personas tenían parientes en el otro lado y enviaban paquetes; paquetes y cartas. Entonces, la oficina postal funcionaba.
BILL BENSON: ¿Cuánto tiempo continúo trabajando en la oficina de correo?
LEON MERRICK: Hasta 1944.
BILL BENSON: Pero su trabajo en la oficina de correo finalmente cambió, ¿verdad? La correspondencia comenzaba a disminuir.
LEON MERRICK: Sí, había menos correspondencia. Entregábamos cartas para que las personas se presentaran en los transportes. Era muy triste. Especialmente en invierno, cuando llevaba una carta para que alguien se presentara en el transporte. Yo iba a un edificio y gritaba un apellido como “Goldberg” o “Lichtenstein”, el que fuera.
Luego escuchaba una voz débil que respondía detrás de las cortinas. La gente había quemado las puertas, y había colgado mantas delante de la puerta. Especialmente en invierno, la manta se congelaba. Bueno, escuchaba una voz débil detrás de la manta, y así sabía que había gente adentro. Yo me acercaba y escuchaba el crujido de la cortina; era hielo que caía. Finalmente, entraba, para darles malas noticias, para informarles que debían presentarse en los transportes. Todos estaban en cama. Era muy triste. Estaban en cama, con hambre, y había mal olor.