Herman Taube habla de su amor por la poesía y cómo antes de la Segunda Guerra Mundial comenzó a escribir poemas cuando era un niño, en Lodz, Polonia. Herman conservó la pasión por la poesía en toda su vida y sus vivencias, y hoy aún escribe.
La transcripción completa
NARRADOR: Más de sesenta años después del Holocausto, el odio, el antisemitismo y el genocidio todavía amenazan a nuestro mundo. Las historias de vida de los sobrevivientes del Holocausto trascienden las décadas, y nos recuerdan que permanentemente es necesario ser ciudadanos alertas y poner freno a la injusticia, al prejuicio y al odio, en todo momento y en todo lugar.
Esta serie de podcasts presenta fragmentos de entrevistas a sobrevivientes del Holocausto realizadas en el programa público del Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos llamado En primera persona: conversaciones con sobrevivientes del Holocausto.
En el episodio de hoy, Herman Taube le cuenta al presentador, Bill Benson, cómo era su vida antes del Holocausto. Herman comenzó a escribir poemas cuando era niño antes de la guerra, en Lodz, Polonia.
BILL BENSON: Cuando usted era joven, en realidad, muy joven, comenzó a escribir poemas. Cuéntenos cómo se inició y cómo se las ingenió para poder escribir poesía.
HERMAN TAUBE: Cuando mi madre murió, yo tenía nueve años. Era muy solitario. Mi otra abuela vivía en otro pueblo. Y mis parientes, cada uno luchaba por ganarse la vida. Yo le escribía cartas a mi madre. “¿Por qué me abandonaste?”. Ese tipo de poesía. Como no tenía papel, escribía en la pared de mi habitación y luego lo borraba. Entonces un día, mi abuela me descubrió y me trajo un cuaderno para que yo escribiera. Y comencé a hacer anotaciones. En realidad, no era poesía. Escribía anotaciones para mi madre, en las que le preguntaba siempre lo mismo: “¿Por qué me dejaste tan solo?” y “¿Cómo te atreves a abandonarme?”. Esos fueron mis inicios.
En la escuela primaria, y después en el secundario, comencé a escribir poesía para un boletín de noticias, un periódico escolar. Al principio, ni siquiera lo imprimíamos. Lo colgábamos en la pared cada semana. Siempre contribuía con mis poesías. Y ese fue el principio. Cuando tenía 15 años, en mi cumpleaños me sorprendieron con 48 de mis poemas en 48 páginas; era una revista. Me sorprendieron con ese regalo de cumpleaños.
En ese momento, conocí al editor de un periódico judío publicado en yiddish en Lodz, el señor… un poeta que vivía en la misma calle que mi abuelo. Y yo le caía bien. Me invitaba a su casa. Me enamoré de Anka, su hija única. Ella todavía vive en Florida. Bueno, él eligió algunos de esos poemas y los publicó en una edición semanal, como le decían, del periódico. Y así me inicié en la poesía.