En noviembre de 1938, los nazis destruyeron las casas, los negocios judíos y las sinagogas en un evento conocido como Kristallnacht—la "noche de los vidrios rotos". Susan Warsinger fue testigo de ese evento aterrador.
La transcripción completa
DANIEL GREENE: En noviembre de 1938, los nazis desataron una ola de disturbios por toda Alemania. Miles de hogares, negocios judíos y sinagogas fueron destruidos en un evento que recibió el nombre de Kristallnacht, la “noche de los vidrios rotos”.
Durante estos Días de Recuerdo de 2008, el Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos designó Kristallnacht el centro de la conmemoración. Como parte de la iniciativa del museo: “No nos quedemos callados: recordemos Kristallnacht” hoy les ofrecemos el testimonio de Susan Warsinger, testigo de aquel evento aterrador.
Bienvenido a Voces sobre el antisemitismo, una serie de podcasts gratuitos del Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos que es posible gracias al generoso apoyo de la Oliver and Elizabeth Stanton Foundation. Soy Daniel Greene. Cada dos semanas, invitamos a una persona para que reflexione acerca de las diversas maneras en las que el antisemitismo y el odio influyen en nuestro mundo actual. Aquí presentamos a Susan Warsinger, que tenía nueve años cuando ocurrió la Noche de los vidrios rotos.
SUSAN WARSINGER: Fue el 10 de noviembre de 1938, y mi hermano y yo estábamos durmiendo en nuestra habitación cuando de repente comenzaron a lanzar ladrillos y piedras a la ventana de nuestra habitación. Y mi hermano, que siempre fue más valiente que yo, miró por la ventana y vio que era gente de nuestro pueblo la que estaba lanzando ladrillos y piedras por la ventana. Y también vio al policía civil parado al borde de la multitud y tenía los brazos cruzados y no hizo nada acerca de lo que estaba ocurriendo. Simplemente observó y la gente de la ciudad había arrancado un poste telefónico y derribaron la puerta. Empujaron la puerta hasta que se derribó en el piso y los vidrios se desparramaron por todo el lugar.
Vivíamos en el primer piso y el rabino de la ciudad vivía en el segundo piso. Y vi al rabino parado en su balcón y había dos oficiales nazis parados junto a él tomándolo del brazo, y un tercero tomándolo de la barba con unas tijeras en la mano. Y le cortó la barba. Entonces corrimos por el vestíbulo a la habitación de nuestros padres, y ellos nos dijeron que no nos preocupemos. Íbamos a subir al ático y escondernos allí hasta que todo pasara.
Parecía que ellos trataban de protegernos todo el tiempo y no nos decían lo que estaba pasando. Pero gradualmente, incluso los niños pequeños lo averiguan por su cuenta.
Antes de la Noche de los vidrios rotos, mi padre pensaba que quizás el nazismo pasaría, y ellos querían quedarse porque mi padre tenía todo por lo que había trabajado toda su vida en Alemania. Sin embargo, después de la Noche de los vidrios rotos, todo el mundo quería irse. Y desde luego mi padre quería que nos vayamos, pero era muy difícil.
Entonces mi padre tomó todo el dinero que había ahorrado, y sabía de una mujer francesa que estaba cruzando niños por la frontera a Francia por una gran suma, y entonces tomó todo el dinero que había ahorrado y se lo dio a ella. En ese momento yo pensé que era una aventura porque no me daba cuenta de que me iba a separar de mis padres por tanto tiempo.
Mi madre se debe haber sentido terriblemente mal porque no sabía si volvería a ver a sus hijos. Y yo no comprendí realmente esto hasta que tuve mis propios hijos y me puse a pensar que si yo tuviera que enviar a mis hijos lejos sin saber si alguna vez los volvería a ver, lo terrible que debe haber sido para mi madre.
Cuando hablo de todos los horrores y escucho a otros sobrevivientes hablar sobre los horrores, lloran en ciertos momentos. Y yo generalmente nunca lloro, pero cuando hablo del momento en que mi madre tuvo que mandarnos lejos, en ese momento lloro. No por mí, sino por ella.
DANIEL GREENE: Susan Warsinger, sus dos hermanos y sus padres sobrevivieron al Holocausto. Después de haber estado separados durante casi tres años, se volvieron a reunir en los Estados Unidos en 1941. Esta entrevista se grabó en el Museo Conmemorativo del Holocausto de Washington DC, donde Warsinger ha trabajado como voluntaria y ha compartido su historia, durante más de una década.