En 2006, siendo aún un adolescente, Harald Edinger dejó su casa en Austria para ir a trabajar en el Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos. Durante los catorce meses que pasó en la ciudad de Washington, aprendió algo valioso acerca del pasado, del futuro y del papel de su generación.
La transcripción completa
HARALD EDINGER: No creo que haya una manera de sanar las heridas de la historia, pero lo que es importante es comprenderla cabalmente, y tener la voluntad de participar en un debate abierto sobre la historia.
ALEISA FISHMAN: En 2006, siendo aún un adolescente, Harald Edinger dejó su casa en Austria para ir trabajar en el Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos. Durante los catorce meses que pasó en la ciudad de Washington, aprendió algo valioso acerca del pasado, del futuro y del papel de su generación.
Bienvenido a Voces sobre el antisemitismo, una serie de podcasts del Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos, que es posible gracias al generoso apoyo de la Fundación Oliver y Elizabeth Stanton. Me llamo Aleisa Fishman y soy su presentadora. Cada dos semanas recibimos a un invitado para reflexionar sobre las muchas maneras en que el antisemitismo y el odio influencian nuestro mundo en la actualidad. Desde Viena, Austria, les presento a Harald Edinger.
HARALD EDINGER: El Gedenkdienst austríaco se podría traducir como "Servicio de Conmemoración del Holocausto". Y da a los jóvenes austríacos la oportunidad de cumplir un servicio militar alternativo en instituciones de distintas partes del mundo dedicadas al recuerdo y a la educación sobre el Holocausto. Así que cada año, la Organización Gedenkdienst envía veinte jóvenes austríacos al extranjero, y yo tuve la gran suerte de que me seleccionaran. Comencé el trabajo en el Museo del Holocausto cuando tenía dieciocho años. Y me quedé durante un poco más de un año, lo que quizás no fue suficiente. Recuerdo que tenía ganas de quedarme más.
Una de las partes más fascinantes de mi trabajo era establecer y mantener contactos con sobrevivientes del Holocausto, especialmente con los austríacos que vivían en la zona de Washington. Y me complace poder decir que, con algunas de esas personas de ese grupo, somos ahora muy buenos amigos. Y fue particularmente gratificante y enriquecedor para mí hablar con gente que regresó a Austria después de lo que les había sucedido. Porque yo, en mi caso, si hubiera tenido que enfrentar obstáculos similares, o si el día de mañana fuera perseguido de esa manera, no sé si regresaría, o si volvería alguna vez a hablar con un alemán o con un austríaco. Pero la mayoría de los sobrevivientes que conocí se mantenían optimistas con respecto al mundo y la humanidad. Es asombroso. Y me impresionó profundamente.
Aunque mi generación no la haya experimentado de primera mano, es esencial que tenga una buena comprensión de la historia, porque ésa es la base que afecta lo que está sucediendo en nuestro país hoy en día. En estos momentos, en Austria es casi imposible encontrar una demostración evidente de antisemitismo. Pero una explicación simple para eso podría ser que, hoy en día, no hay casi ningún judío viviendo en Austria. Y esta pérdida del legado judío es lamentable, en realidad, si pensamos en la larga y rica historia judía de Austria, especialmente en Viena. Como decía, el antisemitismo en su sentido original, es posible que sea difícil de encontrar aquí en Austria. Pero lo que se hace cada vez más preponderante, es una cierta desinformación o resentimiento ante la constante difusión y conmemoración del Holocausto. Porque para algunas personas, se oye decir que la culpa de este país, la deuda de este país ya está pagada. Pero, por suerte, hay mucha gente que también entiende que las cosas no deben ser así y que ninguna indemnización es realmente posible. Pero en honor a aquellos que vivieron aquí, que perdieron todo lo que tenían, sus familias, sus casas, y que podrían haber perdido sus vidas, tiene que existir una conmemoración, aunque no nos guste pensar en eso, en que los austríacos también cometieron crímenes horrendos. Y es quizá una de las cosas más importantes que hay que... bueno, es imposible llegar a entenderlo. Pero al menos intentar comprender los factores que condujeron a esos crímenes horrendos, para educar y crear conciencia en otras personas. Y eso, supongo, es lo que podemos llamar un recuerdo cultural responsable. Y es responsabilidad de nuestra generación llevarlo adelante.