Robert Örell comenzó a participar del movimiento sueco del poder blanco en los primeros años de su adolescencia. Ahora trabaja como director de Exit Suecia, la misma organización que lo ayudó a dejar atrás el neonazismo. Desde 1998, Exit ha ayudado a cientos de personas a apartarse de los grupos de supremacistas blancos. Hoy en día, Exit se ocupa de investigar formas en las que su trabajo podría aplicarse a otras organizaciones extremistas, como ISIS, cultos religiosos y grupos delictivos.
La transcripción completa
ROBERT ORELL: Me involucré en el ambiente del “poder blanco” porque sus miembros tenían un mensaje muy claro respecto de que yo no era una persona más. Tenía una causa; tenía una función muy importante que cumplir.
ALEISA FISHMAN: Robert Örell comenzó a participar del movimiento sueco del poder blanco en los primeros años de su adolescencia. Ahora trabaja como director de Exit Suecia, la misma organización que lo ayudó a dejar atrás el neonazismo. Desde 1998, Exit ha ayudado a cientos de personas a apartarse de los grupos de supremacistas blancos. Hoy en día, Exit se ocupa de investigar más formas en las que su trabajo podría aplicarse a otras organizaciones extremistas, como ISIS, cultos religiosos y grupos delictivos.
Bienvenidos a Voces sobre el antisemitismo, una serie de podcast del Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos que es posible gracias al generoso apoyo de la Oliver and Elizabeth Stanton Foundation. Soy Aleisa Fishman. Cada mes, tenemos un invitado que reflexiona sobre las muchas maneras en que el antisemitismo y el odio influencian nuestro mundo en la actualidad. Desde Estocolmo, llega la voz de Robert Örell.
ROBERT ORELL: Exit trabaja con las personas que quieren salir del movimiento sueco del poder blanco, que es más o menos lo mismo que el movimiento neonazi. No suele ser fácil dejar este grupo, porque ellos consideran que, si no estás con ellos, eres su enemigo. No hay término medio. No es como un club de jóvenes al que puedes entrar o del que puedes salir fácilmente, sino algo con lo que te has comprometido y en lo que te has involucrado mucho. Por eso, en el caso de las personas con las que trabajamos, cuando quieren salir de este tipo de ambiente, se encuentran con que deben hacer un gran esfuerzo de introspección para entender quiénes son y adónde quieren ir.
En mi caso, ese esfuerzo fue crucial para poder lograr un verdadero cambio. No tenía muy claro adónde quería llegar o qué quería hacer. En este sentido, mi contacto con Exit fue realmente fundamental para apartarme del movimiento del poder blanco en lugar de hacer otra cosa. Cuando Exit apenas comenzaba como organización, teníamos mucho personal que trabajaba allí usando su propia experiencia como participante del movimiento sueco del poder blanco. Estas personas frecuentaban escuelas y otros lugares donde predominaban los jóvenes para poder compartir sus historias de vida y sus experiencias. La idea no es dirigirse a los jóvenes con mensajes como “Esto está bien”, “Esto está mal” o “No lo hagas”, sino mostrarles que, desde mi punto de vista en particular, o desde el de mi compañero o mis amigos, esto es lo que en realidad ocurría en el movimiento. Nuestras acciones llevaban a que algunas personas terminaran presas o a que otra gente que resultara herida, y estas son las consecuencias reales de este tipo de vida.
En nuestra experiencia, son muy pocos los jóvenes que comienzan a participar en el movimiento del poder blanco por motivos ideológicos. No he conocido a muchos jóvenes de 14 años —o, en realidad, ni siquiera a uno— que hayan leído Mein Kampf y hayan pensado: “Esta es la razón por la que quiero involucrarme con el poder blanco y el nacionalsocialismo”.
Las ideas están publicadas en Internet, pero la verdadera captación o el paso para involucrarse en serio y ser un miembro activo depende, en gran medida, de si uno tiene algún vínculo personal con alguien que ya es un participante activo del movimiento.
Mi propia experiencia comenzó con mis pares preadolescentes, cuando tenía muchas dificultades en la escuela. Era muy infeliz. Sentía que era muy distinto de mis compañeros. Era mucho más alto y mucho más grande de tamaño que ellos. Así que creo que ese fue el principio de mi intento de encontrar una forma distinta de construir mi identidad durante aquellos años. Participé en muchas subculturas, por ejemplo, en la del “black metal” y esa clase de música. Después empecé a jugar al fútbol, y allí estaba muy clara, por los colores de cada equipo, la forma de pensar en términos de “nosotros y ellos”, y la perspectiva de “nosotros” siempre ha sido superior y ha coincidido con el equipo ganador. De allí en adelante, me involucré en el movimiento del poder blanco porque me hacía sentir que yo era un elegido, que era superior y no un perdedor o una persona cualquiera a la que otros intimidaban. Era alguien necesario para los demás.
Exit representa el apoyo imprescindible para dejar algo atrás. Desde nuestros comienzos en 1998, hemos recibido consultas de muchas personas diferentes que provenían de grupos similares, en los que, si bien la ideología era distinta, la estructura del grupo era bastante parecida; por ejemplo, grupos de fanáticos violentos del fútbol u organizaciones delictivas. Si dejáramos a un lado la ideología o la visión del mundo que tienen estos grupos, encontraríamos muchas similitudes en el pensamiento del tipo “blanco y negro” en cuanto a lo que está bien y lo que está mal, y quién está conmigo y quién está en mi contra. En Exit vimos las similitudes en términos de la clase de ayuda y el trabajo práctico que podíamos proporcionar, y ahora estamos analizando si existe la posibilidad de ampliar nuestro enfoque a otros tipos de grupos, como ISIS, los cultos religiosos u organizaciones similares. Para trabajar con personas involucradas en el extremismo violento, es importante entender y conocer los procesos de radicalización, así como las influencias que ejercen estos grupos en las personas.